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Las dificultades, entendidas como capacidades a desarrollar

pareja, dificultades sexuales, terapia de parejaQuiero exponer algunas claves sobre por qué y cuándo será beneficioso consultar a psicoterapeutas especializados en Terapia de Pareja y qué aporta esta ayuda profesional.

La relación de pareja es la relación más estrecha que como adultos establecemos en nuestras vidas pudiendo ser, por un lado, fuente de riqueza y de crecimiento; y, a la vez, por su complejidad y por formar parte del proyecto vital de sus miembros, fuente de obstáculos, dificultades y problemáticas que muchas veces pueden desbordar y generan tensiones, malestares y desencuentros.

Si podemos atravesar el conflicto que estos sufrimientos generan, evitando que se mantengan y que lleguen a cronificarse en el tiempo, encontraremos una gran riqueza de conocimiento para cada uno de sus miembros y la pareja se verá fortalecida.

Si ese camino no nos encontramos con fuerzas de transitarlo solos, no nos extrañemos y no dudemos en pedir ayuda, estaremos poniendo en marcha una actitud que nos beneficiará. En este sentido, podemos decir que la ayuda que la Terapia de Pareja aporta puede resultar adecuada al ayudar a que vuestros recursos reflexivos y autónomos se puedan desplegar tras minimizar –en un clima de cuidado, aceptación, atención y comprensión- las reacciones automáticas que las tensiones y ansiedades han despertado. Lo explicamos con más detalle.

Tras haber sentido atracción y deseo de estar juntas dos personas, nace una relación. Normalmente, llamamos “enamoramiento” a este encuentro, tras el cual se pueden dar o no las siguientes etapas desde las que ir estableciendo una relación de intimidad, compromiso y cuidado que dará lugar a la constitución de la pareja. Este nacimiento, que siempre es particular y único, puede ser armónico y productivo y dar como resultado una relación que crezca y se desarrolle con armonía y felicidad, desde la que crecer juntos y potenciar las capacidades de cada uno. Cuando ambas personas se encuentran en un momento adecuado, los problemas y los ajustes que tengan que realizar se irán resolviendo sin mucho conflicto. Así al establecer una relación de pareja estamos dándonos la oportunidad de desarrollar el modo en que nos relacionamos, el modo de estar con uno mismo y con el otro, a la vez, y las formas de dar y recibir cuidados, apoyo, seguridad y amor.

En el encuentro entre dos personas diferentes, por tanto, en mayor o menor medida, se ponen en juego los modos de vinculación que establecimos en nuestras relaciones anteriores (desde nuestra infancia hasta las relaciones adultas). Ante la creación de una nueva intimidad se activan las formas relacionales que habían quedado pendientes y, de algún modo, sin elaborar. Con la nueva relación, tenemos una nueva oportunidad de resolverlas, por un lado; y, al mismo tiempo, podemos no ser conscientes de que estamos pidiéndole a esta nueva unión lo que fue de otra. A su vez el otro puede hacer lo mismo con nosotros. Las necesidades pasadas pueden entrar en contradicción con las necesidades presentes y ser fuente de incomprensión, sufrimiento y frustración puesto que ninguno comprenderá a qué responde la reacción del otro. Se perderá, entonces, confianza -en mayor o menor grado-, en el otro y en la unión, comenzando a sentir malestar, sufrimiento, frustración y rabia al no comprender la respuesta del otro. Los obstáculos, dificultades y problemáticas que tengamos que afrontar en las diferentes etapas de la relación pueden plantearnos un grado de conflicto mayor al podamos asumir, en ese momento.

Cuando esto ocurre la pareja se siente atascada y sin salida, ambas personas se sienten cada vez más solas y aisladas y menos capacitadas para actuar efectivamente en la relación. De este circuito negativo de ataque y defensa es difícil salir solos.

En estos momentos es cuando uno puede encontrarse diciendo frases como las que siguen:

1. Queremos hablar y discutimos. Sin querer nos hacemos daño y nos decimos cosas que nos duelen sin poder evitarlo

2.Nos cuesta dar pasos adelante, hacer proyectos juntos, tomar decisiones, llegar a acuerdos, resolver las cuestiones del día a día…. Sentimos que nuestra relación está atascada, no vamos ni para delante ni para atrás.

3. No encontramos la forma de resolver el problema que tenemos en este momento. Esto no tiene solución, juntos no vamos a ningún lado…

4. No me comprende, no me escucha. Me siento sola o solo aún sabiendo que estamos juntos… Siento soledad, incomprensión y alejamiento.

5. Quiero más libertad, la relación me agobia y siento más lo que me quita que lo que me da.

6. Estoy irritado o irritada, todo lo que me dices me enfada. Pasamos más tiempo enfadados y con rabia que cariñosos y contentos.

7. He perdido la ilusión. Me fijo en lo que no me gusta. No me escuchas, no me comprendes. Todo lo que sale de mi boca son quejas y reproches… Todo me parece mal. No hablo de lo que necesito y me quejo de lo que no recibo. Veo lo que falta y no lo que hay.

8. Todo son obligaciones y exigencias, hemos perdido la capacidad de divertirnos y de disfrutar, las preocupaciones ocupan todo y no hacemos cosas que nos den placer sin más.

9. Nunca me apetece… Ya no es como antes. Tengo relaciones como si fuera por obligación no porque me apetezca, estoy siempre agotada…

10. “No sé si quiero o no separarme puesto que creo que tenemos algo, todavía, que merece la pena”.

11. Creo que se nos acabó el amor… No queremos seguir juntos”, o eso nos decimos.

12. No somos pareja ya pero sí somos padres de nuestros hijos y no queremos que ellos sufran, más de lo necesario, nuestra ruptura.

Si es así, puede ser éste un buen momento para plantearos establecer una relación de confianza, con un profesional, desde la que reconducir y entender la situación de atasco y los sentimientos que ella os está generando.
Tras realizar una consulta podremos valorar y evaluar la situación particular en la que os encontráis y así orientaros sobre el modo de trabajar, conjuntamente, para organizar la ayuda necesaria.

A modo de síntesis, la Terapia de Pareja os permitirá conoceros mejor y conocer mejor la forma en la que os relacionáis con los demás y, en concreto, cómo os relacionáis «como» pareja y «con» la pareja, adquiriendo así recursos para afrontar con más libertad las vicisitudes de la vida.